Cristales rotos
«Ricardo Moreno me pide que le seleccione 30 fotografías de trescientas. Labor dura porque es un fotógrafo con una fuerte cultura de imágenes y toca todos los palos con bastante acierto. Es verdad que todos los fotógrafos editamos mejor el trabajo de otros, máxime si no lo conocemos, que el nuestro propio; pero lo más difícil a la hora de editar es buscar un hilo conductor de las buenas imágenes seleccionadas. Esto nos lleva a prescindir de fotografías muy interesantes pero que no casan, no crean un discurso coherente.
Vaya esta disculpa por delante porque a todos aquellos que conocen su obra les puede parecer un disparate cómo he seleccionado estas fotografías y no otras que pudieran, individual y estéticamente, ser mejores. A lo mejor al mismo autor seguro que le rechinan los dientes por haber hecho esta selección. La Historia, el Relato, el Proyecto en sí es lo que importa y a ello nos debemos.
Hay veces que me pregunto, en ocasiones similares, si voy con las orejeras puestas para descubrir aquello que me interesa y que es mi discurso que pongo en boca de otros. Pudiera ser, pero así descubro autores, muchos, que en principio no confían en haber encontrado los hilos que tejen la red de las imágenes, y desde fuera es mas fácil ver de dónde manan las ideas.
De ese enorme puzzle me quedo con la extrañeza, la extranjería de uno mismo que define una idea. Y en Ricardo es fácil verlo por la potencia y calidad del imaginario que busca la poesía de los individuos y los retrata con una enorme dignidad, lo mismo sea labriego, puta o minero. La condición humana prevalece, igual que en sus maestros Luis Baylon o Alberto García-Alix. Eso es lo que importa, y lo hace con una buena técnica aprendida no sólo de los autores citados sino de Paco Gómez, las texturas de las paredes, Cualladó, Pérez Siquier, etc. Hay mucha soledad y ruina en esas fotos más personales, menos profesionales si se me permite la expresión. Y no sólo en el ser humano, las cosas, las paredes, lo inanimado está impregnado de una profunda soledad que le da un aura poética a esta selección.
Y aporta su grano de arena ese discurso clásico, bajando a las profundidades del ser humano, que destaca que convivimos con cristales rotos que hieren y que se convierten en permanentes y son más verdaderos que una pared bien enfoscada y con los cristales en su sitio. Más real, más verdadero.»
Pablo Juliá.