ARRABALES

Hace mucho tiempo que sintonizo con lo decadente y el arrabal lo es, y mucho.

Finalizado mi proyecto en la N-301 que ha servido, entre otras cosas, para evidenciar la presencia, incipiente pero inequívoca, de una forma más o menos personal de entender y de ejecutar el acto fotográfico, acometo este nuevo proyecto que me habrá de llevar, nuevamente, a transitar caminos temáticos y estilísticos acordes con esta forma de mirar.

El arrabal, preciosa palabra herencia de los árabes, es la zona situada fuera de la ciudad a la que pertenece, en sus límites, extramuros en su denominación medieval cristiana.

Toda población tiene su arrabal y, como viene siendo habitual desde hace siglos, en él acaba todo lo que a aquella le sobra. Es el vertedero físico e intelectual de la ciudad, destino de lo molesto, de lo desagradable y de lo insalubre. Preocupados de embellecer el centro de sus ciudades, gobernantes de todas las épocas y cataduras han abandonado sistemáticamente y en mayor o menor medida al arrabal que a cada uno le toca en suerte y que, no lo olvidemos, forma parte de esa, su ciudad.

Entre la denuncia y la fascinación este trabajo pretende poner de manifiesto de forma realista, que no objetiva, la esencia de estos espacios tan presentes a lo largo y ancho de nuestra geografía y capaces de ejercer sobre mí tal poder de atracción.

“Arrabales” no nos muestra a sus habitantes, maestros de la inventiva y el reciclaje, aunque gracias a su intervención en este peculiar paisaje no dejan de estar siempre presentes.

Decadencia y abandono se hacen patentes en polígonos industriales, almacenes, infraviviendas, infraestructuras, caminos intransitables y linderos. La degradación ambiental se nos muestra en la proliferación de vertederos incontrolados, obras inacabadas, arroyos contaminados y vandalismo por doquier.

Acostumbrado a ellos, siempre demasiado cercanos, avanzo sin prisa pero sin pausa en este ilusionante y, a buen seguro, gratificante proyecto.

Date

10 abril, 2019