Jesús González Casado

De 18 de enero a 13 de febrero de 2018

“Volver a la casa de tus abuelos, después de muchos años deshabitada, te hace experimentar muchos sentimientos. Los recuerdos se agolpan. Esa galería por donde correteaba de niño…, esas alacenas donde se guardaba el mejor dulce de leche que buscaba nada más llegar…, esas golondrinas de porcelana que nos maravillaban a mi hermana y a mí… Entonces, ir a casa de nuestros abuelos nos parecía casi una aventura en la que siempre había algo que nos sorprendía, y hoy día sigue siendo así. Me siguen llamando la atención las mismas cosas: los papeles
pintados, los cabeceros torneados de las camas, la cocina de leña… Paseo con la cámara por todas las habitaciones y dependencias, y me fascinan los bodegones que alguien colocó… Los fotografío frontalmente, tal como están, como si de un retrato sincero se tratara, busco la belleza de lo sencillo, de lo espontáneo, de lo humilde.
Hoy observo esa casa de mi infancia con la mirada de la melancolía. Algún día, será derruida. Con estos “retratos” guardaré un pedacito de mi infancia… y al contemplarlos, volveré a quedar maravillado con esas golondrinas de porcelana volando sobre el papel pintado del salón.

Madrid, 7 de diciembre de 2012.”

Jesús González Casado

“Resulta perturbador contemplar una casa deshabitada donde todo permanece intacto, tal como estaba cuando vivían sus dueños. El colchón aún guarda la forma de sus cuerpos dormidos, el orden de los muebles dibuja sus movimientos, la decoración habla de sus gustos, de quiénes eran de puertas para adentro. El espacio doméstico está domesticado, vivimos confiados en que su existencia depende de nosotros. Y, sin embargo, nuestras casas parecen cobrar una peculiar vida cuando ya no estamos. Perturba la sospecha de que ese espacio, que estuvo sometido a nuestros caprichos y necesidades, nos dibuje mejor que cualquier otro retrato. Perturba que lo que no tiene voz hable de nosotros con tanta elocuencia, igual que un preciso molde vacío. Perturba el poder de esa peculiar naturaleza muerta para transformar nuestra ausencia en una inquietante presencia. Perturba el inmutable orden de las cosas frente al desorden vocinglero de nuestra vida. Perturba que los objetos nos sobrevivan.. Jesús González Casado ha retratado la casa deshabitada de sus abuelos: los dormitorios, el salón, los baños, la cocina… Sus imágenes, luminosas y melancólicas, recuperan la vida detenida, como el vuelo de las tres golondrinas clavadas a la pared en una de las fotografías. Las tazas de Duralex en la alacena
de la cocina parecen esperar que alguien las gire para desayunar; los cepillos de dientes, colocados como las púas de un erizo, están listos para ser usados; el gorro de ducha cuelga pulcramente de los azulejos; las pastillas de jabón están preparadas en un baño que parece pintado por Antonio López; hay una alfombra enrollada y apoyada en la pared hasta que llegue el frío… Sólo algunos pequeños detalles revelan que a la casa no volverá nadie. Hay varios cuadros levemente torcidos, como esa Última Cena zozobrante sobre la psicodelia hipnótica del papel pintado. Y, en uno de los dormitorios, el tiempo ha despegado el papel de las paredes, dibujando capirotes y convirtiendo la habitación en un paso procesional con el cuadro de la Virgen flotando sobre los gorros. La mirada de Jesús González Casado transforma su memoria familiar en la memoria de todos. Es imposible no reconocer el IKEA de entonces, la uniforme decoración hogareña de la época: las cazuelas esmaltadas, los tapetes de ganchillo, las imágenes religiosas, las figuritas diminutas de adorno que poblaban las repisas, las cestitas de mimbre, el sofá de skay, los cables que ascendían por las paredes como plantas trepadoras… Pero estas fotografías van mas allá de la nostalgia: hablan de una forma de vivir, de estar, de ser. Por eso nos fascinan tanto como nos perturban.
Cuando usted vuelva hoy a casa, quizá mire de otra manera el hogar al que entra, los objetos que le esperan, el orden de las cosas.”

Nuria Barrios

 

Jesús González Casado
Vive de manera intensa la fotografía como acto íntimo de acercamiento a la Geografía Humana.
Ha participado en diversas exposiciones colectivas en el Centro Municipal de las Artes de Alcorcón, Real Sociedad Fotográfica, Casa del Reloj del Ayuntamiento de Madrid, Fundación Mutua Madrileña, Segoviafoto y Getxophoto.
Su obra “Anatomía cubana” ha sido expuesta en la Fundación Cofares, Fundación Caja de Ávila, Casa de América, Diputación de Ávila, Galería Mediadvanced, Sala La Polaroid y Escuela CEV.

 

 

 

 

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Organiza: Real Sociedad Fotográfica
Coordina: Angélica Suela de la Llave
Lugar: Sala de Exposiciones de la Real Sociedad Fotográfica
Direccion: Tres Peces nº 2, 28012 Madrid
Horario: Martes a viernes de 18:30 a 21:30 h. Sábados de 11:00 a 14:00 h. Domingos, lunes y festivos cerrado.
Fecha: 18 de enero - 13 de febrero de 2018
Tarifa: Gratuito
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